sábado, 23 de diciembre de 2017

Reseña PS4: Wolfenstein: The New Order



En mi vida había jugado un Wolfenstein y más allá de reconocerlo como uno de los fundadores del género que posteriormente Doom llegaría a popularizar poco más sabía de la saga. Indagando un poco descubrí que aun siendo una de las franquicias más longevas e icónicas de los videojuegos la cantidad de entregas antes del lanzamiento de este título se puede contar con los dedos de una mano y que la misma se ha movido desde lo convencional que es el matar nazis sin más en los títulos más antiguos hasta juegos donde a todo ese ambiente bélico y crudo se le agrega a la ecuación elementos fantásticos y paranormales.

Hace poco más de un mes compré el pack que incluía tanto Wolfenstein: The New Order como su expansión, Old Blood y lo he gozado como no hacía con un juego de disparos desde Far Cry 3.

A mí eso de andar matando nazis nunca ha sido una de mis actividades favoritas respecto a cosas que me gustan hacer en videojuegos porque me dan muchísima pereza. Los veo en películas, series, videojuegos, inclusive en documentales súper delirantes, como aquel que pasaban por History Channel  contando sobre una especie de monstruo mitológico que los hombres de Hitler trataban de crear o algo así… es en serio; el otro día a las 2 de la mañana lo estaban pasando por la televisión, y a ese se le suman los típicos de ovnis, extraterrestres, conspiraciones, archivos secretos y demás parafernalia que estaba involucrada al tercer Reich. Pero curiosamente uno de los primeros trailers que se mostró a público donde Alemania había ganado la Segunda guerra mundial y cómo este nuevo Wolfenstein se desarrollaba en esta línea histórica alternativa hizo que algo dentro de mí se moviera. El ver una distopía donde una maquinaria maligna gobernaba a todo el mundo en base a unos ideales tan enfermos a la par de mostrar un poderío tan monstruoso en prácticamente todos los ámbitos me llegó al corazón y si podía sembrar el caos en ese mundo a base tiros mientras cargo en ambas manos escopetas futuristas definitivamente tenía que jugarlo… que de estas fantasía de poder no hay todos los días.



En un principio la versión que planeaba comprar era la de Xbox 360, pero por alguna razón jamás me la llegué a topar así que desistí de llegar a jugarla en esa consola y entre la avalancha de juegos que fueron saliendo después, más los eternos pendientes me hicieron casi olvidar las ganas que tenía de ponerle mis manos encima. Hasta hace un mes y gracias al relanzamiento del juego junto a su expansión con motivo de la inminente llegada de The New Colossus decidí que era ahora o nunca.


Ya lo mencioné al principio, el regreso de Wolfenstein es de las cosas más brutales que he podido jugar en mucho tiempo en el campo de los juegos de tiros y es que aparte de tener una premisa que da para un conflicto bélico interesantísimo por un mundo alternativo bajo la visión de los nazis la propuesta jugable que nos ofrece no podría ser más apetecible: Un juego de corte clásico con posibilidades elevadas para sembrar la destrucción y muerte entre las filas enemigas.


En este conflicto controlamos al protagonista de toda la vida, B.J. Blazkowicz (Que a partir de aquí le llamaremos Blazko) un soldado que odia con todo su ser a los nazis y que parece que Dios le dio la encomienda de eliminarlos porque el hijo de perra es una puta máquina de matar alemanes. La primera misión, además de fungir como tutorial nos muestra el último intento de los aliados para inclinar la balanza de lado y evitar perder la guerra, para eso han mandado una descomunal ofensiva aérea donde Blazko obviamente participa de forma activa. El objetivo es llegar al complejo de Calavera, un científico que se encarga de sacar la magia negra que hace a los alemanes tener una amplia ventaja tecnológica sobre los aliados.




Las cosas no salen bien y después de infiltrarnos al complejo caemos en una trampa en la cual mueren varios de nuestros aliados, el señor Blazko termina con el cerebro hecho mierda al ser alcanzado por metralla al intentar escapar. Para su fortuna es rescatado por una familia que tienen un centro de rehabilitación para pacientes psiquiátricos donde poco a poco se recupera mientras ve el pasar de los años sin poder pronunciar alguna palabra o tan siquiera mover un dedo.  Durante este tiempo Blazko observa cómo los nazis se llevan a los pacientes sin que nadie pueda detenerlos hasta que un día deciden cerrar el centro… y de paso matar a todos los pacientes. Anya, la jefa de enfermeras que cuidó durante años a Blazko trata de evitar la masacre pero ella y sus padres son repelidos por los soldados alemanes, siendo Anya la única sobreviviente para posteriormente ser arrestada. Blazko ve como las personas que lo cuidaron son aniquiladas y cuando el soldado que comete tales actos está a punto de finiquitar a él también la furia asesina de nazis (una de las fuerzas más poderosas del universo) invade el cuerpo de Blazko para que después de tantos años pueda moverse y así, como primera acción, clavarle un cuchillo en la garganta a nuestro agresor, tomar su arma y empezar nuestra venganza.


Nuestros primeros pasos en este mundo gobernado por nazis dan como resultado el rescate de Anya y la liberación de los pocos prisioneros que forman parte de la resistencia, una vez hecho esto nos embarcamos en misiones por todo el mundo con el fin de derrotar a la gigantesca maquinaria que todo controla. Durante el desarrollo de la historia vemos a un Blazko que más que un personaje plano que mata por matar es alguien introvertido que constantemente tiene conversaciones con él mismo que nos ayudan a entender sus miedos e inquietudes. Definitivamente no es el personaje más profundo pero da gusto ver que MachineGames se preocupen por darle dimensión a Blazko, conforme avancemos veremos que todos los personajes que lo rodean sufren igual que él y en ocasiones tendremos que lidiar con ellos.


Del bando de los nazis tenemos a varios villanos que son verdaderos hijos de puta, fieles a sus ideales estos cabrones infravaloran a todo ser que no sea de raza aria y pueden llegar a ser sumamente crueles, aquí el malo es verdaderamente malo porque quiere serlo… inclusive algunos parecen una puta caricatura que poco les falta para decirte “Mátame que soy un verdadero hijo de perra”, creo que por eso resulta tan divertido darles su merecido cuando toca. El villano principal de la aventura no aparece tanto tiempo en pantalla pero durante el desarrollo de esta se nos va desvelando las cosa que llegó a hacer durante nuestra ausencia, dándole una relevancia notable y haciendo notar de que vamos por alguien relevante para el régimen en lugar de estar persiguiéndolo por el hecho de matar a nuestros amigos… que también eso motiva a nuestro amigo Blazko obvio.



Como dato importante también está una bifurcación de la línea temporal que podremos tomar dependiendo de una decisión al inicio del juego que a parte de tener relevancia argumental afecta el estilo de juego, siendo uno más centrado a la acción y otro al sigilo.

Wolfenstein es un juego de disparos en primera persona que no inventa nada nuevo pero que ejecuta sus elementos de una manera notable, teniendo un ritmo frenético que hará el pasar de las horas muy amenas. El gunplay es muy satisfactorio y buena parte de esa sensación es que realmente hay una retroalimentación del daño que hacen nuestras armas, o sea que nuestros enemigos no caen muertos sin más, literalmente podemos reventarles un costado con un disparo de escopeta o  hacer que sus cabezas estallen por los aires si utilizamos un rifle francotirador. Podemos cargar con una buena cantidad de armas al mismo tiempo y estas pueden intercambiarse de manera rápida gracias a una ruleta de selección en vivo. Las armas se sienten muy balanceadas y no puedo atreverme a decir que algunas sean inútiles porque inclusive tienen un modo de disparo secundario que puede ser desbloqueado; pero si puedo hablar de mi favorita, un fusil de asalto que puede ser equipado con un lanzagranadas, esta fue mi mejor amiga durante casi toda la aventura.

Las armas a pesar de ser ficticias no distan mucho de las vistas en otros juegos, escopeta de asalto, fusil, un rifle francotirador, una ametralladora y poco más serán nuestras compañeras íntimas en este viaje. Lo más destacado es el uso de un arma láser que puede ser mejorada con aditamentos que vamos encontrando por todos los niveles; inicia como mera herramienta para cortar rejas pero podemos llegar a ponerla tan puerca que en un punto es capaz de vaporizar enemigos de un disparo.



Los enemigos no tienen una variedad abrumadora, aparte de los soldados de toda la vida y su variación de artillería pesada o especialistas en granadas o rifles tenemos unos putos soldados gigantes que aguantan un huevazo,  perros con armadura y una serie de robots que la hacen de subjefes en ocasiones, vamos los típicos mechas y las típicas… ¿bestias metálicas con fauces asesinas?. Obvio algunas armas van mejor con cierto tipo de enemigos y la convergencia de varios tipos de unidades al mismo tiempo nos hace cambiar continuamente el cómo afrontar los tiroteos.

El juego puede ser abordado de dos formas: o bien entramos haciendo desmadre y disparando sin pensar las cosas mucho o bien podemos ir matando de forma sigilosa. En el primer modo no hay mucha ciencia y la IA responde como la de unos putos sabuesos que saben donde estás en todo momento, matarte por la retaguardia es muy común en este juego; pero cuando entramos a lo Metal Gear las cosas se ponen chuscas. Para empezar los enemigos están bien pendejos y no van a notar nada, patrullando por la misma ruta aunque hayamos eliminado a la mitad de ellos, también está la cualidad de nuestras habilidades secundarias de ejecución que son mágicas; con nuestra navaja eliminar a casi todos los enemigos es pan comido y basta con acercarnos a ellos lo suficiente pero también podemos eliminarlos con nuestra pistola usando un silenciador o con cuchillos arrojadizos. Con la pistola hay que tener cuidado, un disparo mal dado puede no ser letal y por consiguiente el soldado alertará a todos los demás… pero los cuchillos arrojadizos, madre mía, son letales des donde des, literal puedes matar a los putos nazis dándoles en un glúteo.


Otra cosas que no termina de convencerme es que el aguante de Blazko es ridículo, yo pensaba en un protagonista con mayor aguante porque al fin y al cabo el juego con todo su arsenal de armas y el poder cargarlas por partida doble invita a soltarse el chongo a gusto, pero no puedes muchas veces porque en menos de 2 segundos ya estás muerto. El juego no tiene un sistema de regeneración de vida y hay que buscar botiquines para recuperarla a la vez que recolectamos chatarra para ponerla en forma de blindaje a Blazko.




Un juego de acción no podría estar completo sin un árbol de habilidades (o esa impresión tengo desde hace tiempo) y Wolfenstein lo tiene, claro que sí carajo. Conforme cumplamos ciertos objetivos iremos desbloqueando habilidades de las diferentes ramas y se premia el querer especializarse pronto en algunas porque en menos tiempo tendremos todas las habilidades disponibles, inclusive puede hacerse “trampa” porque los objetivos una vez se cumplen en una partida quedan registrados y ya pueden matarte que no perderás ese avance. De esta forma se puede farmear a gusto en una zona hasta obtener nuestras habilidades y dado que algunas son bastante caprichosas (matar a varios enemigos mientras tienes la vida sobrecargada, usar una torreta para matar en menos de 10 segundos a varios enemigos, eliminar objetivos robóticos con granadas, etc) en cuanto veas el escenario ideal para cumplir los requisitos podrás aprovecharte de esto para que en el cuarto nivel del juego ya tengas todo desbloqueado.




En total son 16 niveles y son bastante variados. Aquí la resistencia no anda con mediocridades y si para cumplir los objetivos de la misión tenemos que secuestrar un submarino o viajar a la puta luna… se hace, punto, que Blazko no pondrá ningún pero. Esta secuencia de eventos absurdos son una puta gozada porque dan lugar a misiones muy variadas en cuanto a ambientación; el ir masacrando soldados con perdigones de escopeta que rebotan en los pasillos estrechos del submarino, iniciar un tiroteo en un vagón de tren que cuelga de un puente destruido o infiltrarse en un campo de concentración y escapar montado en un mecha es refrescante, evitando caer en la monotonía, prácticamente todas las misiones tienen su serie de situaciones que las hacen únicas e invitan a aprovecharse de la zona para utilizar un arma adecuada. En dificultades elevadas el juego es todo un desafío donde la coordinación, la puntería y la suerte deben fluir de manera perfecta, no es un título imposible pero sí más duro que la media.



Si bien el juego es muy lineal y perderse es imposible se nos suelta en escenarios bastante amplios que esconden coleccionables a lo bestia. Vamos que si no basta con tomar prestado el árbol de habilidades Wolfenstein sigue la estela de Far Cry en convertirse en un puto colectatón, piezas de oro, cartas, grabaciones, mejoras para Blazko y codigos para modos extra de juego están distribuidos por todo el escenario, lo agradable del asunto es que muchos de estas piezas sí pueden ofrecer nuevas experiencias de juego (como los códigos enigma) y encontrarlos depende inclusive de rebuscar por todo el escenario en busca de pistas que nos sirvan para resolver pequeños acertijos o encontrar salas secretas.




Se nota que el juego se diseñó cuando se estaba haciendo apenas el salto generacional porque técnicamente no es nada del otro mundo y algunas texturas van cargando conforme nos acercamos. Obviando que no estamos ante ningún portento destaco el apartado artístico, la gran mayoría de los diseños son versiones actualizadas de los enemigos que pululan en este enemigo desde la primera entrega, se ven chidos, me gusta especialmente el hecho de que para el primer nivel que acontece bastante antes que el resto de niveles los soldados, perros y demás tengan un diseño más arcaico en comparación. Los niveles a pesar de estar llenos de propaganda nazi en plan “mira qué majestuosa es nuestra verga” son bastante variados y algunos están muy inspirados. Como ya dije antes, nos tocará luchar en el fondo del mar dentro de un submarino, en un museo en londres o en la puta luna. El juego se mantiene estable en cuanto a FPS sin ningún bajón que afecte severamente la experiencia.




El título para latinoamérica está doblado al castellano propio de España sin opciones de cambiar idioma desde el menú de opciones, no es tan malo aunque el trabajo tampoco es para lanzar cohetes. La banda sonora es meramente ambiental y no tiene ningún tema destacado, sin embargo el sonido de las armas está muy bien recreado.


Wolfenstein es un juego ampliamente recomendable, ya no solo tiene un gunplay exquisito, simple y efectivo, también tiene una historia cuya profundidad me sorprende por la saga que es y tiene momentos muy épicos y espectaculares. Para estas fechas lo puedes encontrar de segunda mano a precio de risa o en una compilación con su expansión para consolas de nueva generación a un precio razonable, técnicamente lo puedes jugar en consolas de la pasada, actual generación y PC así que… bueno… ¡PRUEBA EL PUTO JUEGO!
TOTAL: 8

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